“No puedes dar lo que no tienes. Cuida de ti para seguir cuidando de los demás.”
Ser trabajador social es una vocación que exige mucho más que conocimientos técnicos y procedimientos. Implica lidiar a diario con historias duras, emociones intensas y una constante sensación de querer hacer más, aunque los recursos sean escasos. Es acompañar a personas en sus momentos más vulnerables, sostener esperanzas cuando parecen agotarse y, muchas veces, cargar con una impotencia que pesa como una losa.
En este contexto, el coaching emocional se presenta como una herramienta clave para cuidar a los que cuidan. Porque gestionar las propias emociones es tan importante como saber gestionar las de los demás. Y porque, aunque la empatía sea la brújula del trabajador social, sin una buena gestión emocional, esa brújula puede perder el norte.
El coaching emocional no se trata de «pensar en positivo» sin más, sino de aprender a identificar, aceptar y transformar las emociones. Se trata de reconocer cuándo el cansancio emocional está llamando a la puerta, cuándo la frustración empieza a instalarse y cuándo la pasión por ayudar necesita un respiro. Porque no se trata de apagar las emociones, sino de aprender a escucharlas y convertirlas en aliadas.
Imagina, por ejemplo, esos días en los que sales del trabajo con la sensación de no haber hecho suficiente, a pesar de haberlo dado todo. O esos momentos en los que una historia te toca tan de cerca que te la llevas a casa y te desvela por la noche. El coaching emocional te ayuda a poner en perspectiva estas situaciones, a reconocer que no puedes salvar a todo el mundo y a recordar que tu valor no se mide solo por los resultados inmediatos.
Uno de los grandes pilares del coaching emocional es la autocompasión, esa capacidad de tratarse a uno mismo con la misma empatía y comprensión que se ofrece a los demás. Porque a veces, los trabajadores sociales son sus críticos más duros. Aprender a decirse «hoy he hecho lo mejor que he podido» y permitirse sentir sin culpa es esencial para evitar el desgaste emocional y el temido burnout.
Otro aspecto clave es la gestión del estrés. Técnicas como la respiración consciente, el mindfulness o la visualización positiva no son simples modas, sino recursos efectivos para desconectar, aunque sea por unos minutos, del torbellino emocional que implica este trabajo. Porque parar no es rendirse; es recargar fuerzas para seguir.
Además, el coaching emocional fomenta la resiliencia, esa capacidad de adaptarse y seguir adelante a pesar de las dificultades. Se trata de recordar que cada pequeño avance cuenta, que no estás solo en esto y que tu trabajo tiene un impacto, aunque no siempre sea inmediato o visible. La resiliencia no se construye negando las dificultades, sino aceptándolas y aprendiendo de ellas.
Pero quizás lo más valioso del coaching emocional para los trabajadores sociales es que ofrece un espacio seguro donde expresar sin miedo esas emociones que a veces se silencian por temor a parecer débiles. Porque la tristeza, la rabia o la impotencia no te hacen menos profesional; te hacen humano.
Porque cuidar de los demás empieza por aprender a cuidarse a uno mismo. 💚
El coaching emocional para trabajadores sociales es un proceso que ayuda a los profesionales a gestionar y utilizar sus emociones de manera efectiva, tanto en su vida personal como profesional. Se centra en mejorar el autoconocimiento emocional, la regulación de emociones, la empatía, la comunicación asertiva y la toma de decisiones. Además, fomenta habilidades para prevenir el agotamiento (burnout), mejorar la resiliencia y adaptarse a los cambios. Este curso busca fortalecer las competencias emocionales de los trabajadores sociales, mejorando su bienestar y efectividad en el trabajo con los demás.